Es fácil reconocer a las personas resilientes
porque son alegres, curiosas, siempre interesadas en aprender; buscan retos en
su vida que las mantengan en un constante cambio, a los cuales se adaptan de
manera sencilla. Cada uno de estos cambios es lo que las ha convertido en las
personas que son y que, de alguna manera, las ha ayudado a ser flexibles; por
lo que sus procesos de adaptación ante situaciones difíciles se efectúan de una
manera hasta cierto punto natural.
Además de esto, los seres humanos resilientes
son capaces de obtener cosas buenas de cada uno de los momentos difíciles en su
vida, aprenden de sus errores o los de las personas que los rodean. Pueden
incluso transformar una mala experiencia, la cual derrumbaría a otros
individuos menos preparados para el cambio, en una aprendizaje e incluso en un
motor que impulse su vida a conseguir mejores cosas. Estas personas se
convierten en círculos de adaptación excelentes: Los problemas llegan los
enfrentan y aprenden las lecciones, se fortalecen con lo aprendido, de manera
que a la llegada de nuevos problemas se encuentran fortalecidos, entonces
vuelven a enfrentarlos y continúan su círculo de aprendizaje.
No es extraño que una persona con la capacidad
de resiliencia pueda hablar de una situación amarga como algo que dejo mucho
dolor, pero que de igual manera le trajo un aprendizaje de vida, o le enseñó
hasta qué punto podía llegar su propia resistencia.
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